No era una idea minoritaria ni un brindis al sol: el Parlamento ruso ha descriminalizado los malos tratos

La Duma rusa (cámara baja) ha aprobado hoy por mayoría, en su tercera y última votación, una ley que suaviza las penas por violencia doméstica. La violencia doméstica tan solo será punible en caso de que la víctima presente lesiones visibles o que sea golpeada más de una vez en un año.

Los episodios de violencia en la familia serán considerados infracciones y castigados solamente con multas económicas.

La propuesta de rebajar las penas para el maltrato es una reacción de los diputados más conservadores a la decisión adoptada en junio por el Gobierno ruso de considerar la violencia doméstica como equivalente a los «delitos de odio». Para Elena Mizulina, legisladora rusa, que un hombre vaya a la cárcel por haber agredido a su esposa durante una discusión es algo que «va contra la familia».

Solo tres miembros del Parlamento no mostraron su apoyo en la votación de hoy, mientras que 380 votaron a favor.

He vivido la votación a pocos metros de la Duma, entrevistando a una activista que está haciendo todo lo posible por pararla. Según las estadísticas del Gobierno de los últimos años, alrededor de 12.000 mujeres mueren en Rusia cada año por violencia doméstica, lo que supone una mujer cada 40 minutos. Hoy me han puesto encima de la mesa cifras más grandes.

Maria Mojova, directora ejecutiva de un centro para víctimas de abusos familiares, ha dicho que “esta ley equivale a la exoneración de los tiranos en su propia casa”. El proyecto de ley ha sido criticado por las ONGs de derechos humanos Amnistía Internacional y Human Rights Watch, y también por el Consejo de Europa.

El lunes pasado las autoridades de Moscú se negaron a dar permiso una manifestación callejera para protestar contra la ley, argumentando problemas para el tráfico. Como apuntaba Marc Marginedas en una crónica reciente, existe miedo a que la indignación genere un amplio movimiento de protesta como en Washington tras la victoria de Trump.

El texto todavía debe ser sometido mañana a una tercera votación en la Cámara, y después pasará al Consejo de la Federación. Pero el Kremlin ha hablado a favor de la norma: camino despejado.

Este debate ha sido seguido con pasividad por el machismo ‘low cost’ y los habituales ‘trolls’ de la izquierda regresiva de España y Latinoamérica, que en su ciego seguidismo al Gobierno ruso olvidan los valores de igualdad que dicen defender. En redes sociales se han dicho todo tipo de disparates, como que sólo era una toma de consideración o que era una iniciativa de una minoría ultra que no representaba al país.

Pues no. Se ha aprobado con el voto de la práctica totalidad de los diputados.

Me he vuelto a casa andando y la activista se ha quedado ahí, con su cartel delante de la Duma. Más sola que la una: «Pero no te preocupes, ahora va a venir una compañera y seremos dos».

 

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