Es curioso que ser progre ahora es pensar:
1. Que tu país/patria/bandera es una mierda, pero -ojo- que cada una de las regiones, identidades, fueros, resquemores, tamborradas, topónimos y gaitas que la componen es cojonuda.
2. Que la gente -¡los de abajo!- es de puta madre, aunque votan, claro, como «imbéciles» a una élite que también piensa esto mismo pero que -no, no, no- no tiene nada que ver contigo. Faltaría más.
3. Que hay que reivindicar el papel de todos los trabajadores públicos -¡lo público!- salvo… el de los soldados.
No hay horno para tanta manteca.